Desde sus años en Cincinnati, Aroldis Chapman siempre dio muestras de ser una persona resiliente, capaz de adaptarse a las mas disimiles situaciones del juego, a cualquier tipo de rol o circunstancia, tal como lo había hecho en las Series Nacionales en Cuba y en más de diez en Grandes Ligas, habiendo rebasado la barrera de los 300 salvados, se ha consolidado como un atleta extremadamente competitivo.

Y Chapman ha tenido pruebas importantes, duros escollos que desde una perspectiva más directa no son asimilados por el pelotero común; adaptarse a Grandes Ligas, reajustar su mecánica, mejorar su ángulo de salida, combinar su repertorio y hasta perfeccionar un nuevo lanzamiento, el splitter, pero sin dudas, el gran reto del cubano ha sido asumir como cerrador de los Yankees de Nueva York.

La idea

En este punto no hablamos de mal trabajo con los Mulos no, sus números no mienten y le pegan en la cara al más arrogante de los incrédulos; más bien hablamos de los momentos claves que han definido la estancia del criollo en el Bronx, como aquellos cuadrangulares claves en los duelos frente a los Astros de Houston y los Rays de Tampa, o la mala racha de finales de 2021 o esta a comienzos de 2022.

Como sea, en cada momento, Chapman se ha reivindicado, le ha puesto el doble de intensidad a los entrenamientos, a su enfoque mental y el resultado ha salido y si en esta temporada, luego de comenzar por todo lo alto, casi infranqueable durante el primer mes y medio, llegó la debacle, sin control alguno, fuera de juego de manera constante y solo el buen momento de los Yankees opacó el mal rato del antillano.

Momento cumbre

Y llegó la lesión, el oriundo de Holguín debió salir por problemas en el brazo y sucedió lo que todos avizoraban, perdió su puesto de titular con el derecho Clay Holmes, quien en cada salida se convertía en paño de lágrimas del manager Aaron Boone.

Y llegó el Juego de Estrellas y luego de la pausa, la realidad de los Mulos ha cambiado, siguen siendo lideres en la división este de la Liga Americana con marca de 72-42 al momento de escribir este texto, además de 10 juegos y medio de ventaja sobre los Azulejos de Toronto, pero el béisbol es diferente, poca productividad, pésimo pitcheo, sobre todo del bullpen y aquí, en este punto vuelve a cobrar protagonismo otra vez Aroldis Chapman.

Si bien la salida de Michael King representó un duro lastre para el staff de relevistas, después del Juego de Estrellas el desplome ha sido total, pues en este lapso los relevistas de los Bombarderos sostienen un récord de 7-14 con efectividad de 4,34 y 70 bases por bolas otorgadas.

Mismas caras y diferente actitud

De igual modo, Clay Holmes no ha vuelto a ser el mismo de la primera mitad, con un récord de 1-2, una astronómica efectividad de 8,22 y un whip de 1,83, desde el mismo instante que se reanudaron las acciones, sin embargo, de a poco, Aroldis Chapman ha ido recuperando su mejor versión hasta encontrarse en este minuto en su mejor forma dentro de la actual zafra.

En 10 juegos trabajados, El Misil tiene una efectividad de 2,89, con 11 ponches y 2 bases por bolas en 9,1 entradas, además de un whip de 0,75 y si esto fuera poco, sus rivales apenas le batean para un endeble 161.

La pregunta se impone por si sola, ¿Volverá Chapman al puesto de cerrador?, los acontecimientos dictan la pauta, se imponen con su propio peso pero al final, el manager Aaron Boone es quien tiene la palabra; los Yankees lo necesitan y la afición también comienza a clamar por un cambio.