La ovación cerrada daba la idea que se estaba en Citi Field, en pleno Queens, la gente comenzó a aplaudir desde el mismo instante en que Jacob deGrom salió hacia la lomita y parecía Citi Field pero no, no era en Nueva York donde el suceso tenía lugar sino en Washington, en la misma capital de los Estados Unidos; allí, frente a los Nacionales de Washington, casi trece meses después y a tres años de haber ganado su segundo premio Cy Young, Jacob deGrom volvió a lanzar en Grandes Ligas.

Y fueron cinco innings, cinco innings y 59 pitcheos, estaban planificados entre 75 y 80 pero fueron menos de 60; Jacob deGrom en su máxima expresión, duro, dominante, efectivo, con esa sangre fría, como si fuera Jack “El Destripador” encima de la lomita, así, camino su ruta con solo una carrera y seis ponches.

Mismas caras

Y fueron 59 lanzamientos y 46 strikes y el comienzo no pudo ser mejor, cuando el as del conjunto neoyorkino abrió con una recta de humo a 99 millas por hora y  el clímax pudo haber llegado cuando deGrom plasmó 101 millas en la pizarra, pero no, el diestro no se detuvo ahí, llegó a 102 milla por hora, de la misma forma en la que tomo un café mientras escribo.

Ya en las aperturas de rehabilitación deGrom había exorcizado sus demonios, los problemas en el hombro, la confianza, el recuperar sensaciones, mirar a la cara a un bateador rival, petrificarlo allí en el home con esa combinación letal de bola rápida y slider como un cuchillo y ayer fue una extensión de los mismo, de 2021, de 2020, de hace tres, cuatro o seis años atrás y fueron no cinco ni seis ni diez rectas a 100 millas, no, fueron trece.

Al final…la peor sensación

Y el relevo no aguantó, los Nacionales ganaron 5-1; pero tampoco los Mets batearon, solo un jonrón solitario de Francisco Lindor y nada más y aquí, en este punto la memoria en sucesivos flashazos nos lleva hasta el momento en Max Scherzer regresa de su lesión, hace casi un mes, frente a los Rojos de Cincinnati, un juegazo, trece ponches, pero igual, los Mets no batearon y el juego se perdió y la sensación de jugar como nunca y perder como siempre vuelve a marcar la pauta.

La idea sigue flotando en el ambiente, en los comentarios de fanáticos y especialistas, los Mets quien volver a la Serie Mundial como en 2015 pero ganar como en 1986, lo tienen todo, el mejor 1-2 de las Grandes Ligas, buenos bateadores y un relevista de lujo como Edwin Díaz, pero como versa el refrán, del dicho al hecho, el trecho es largo, habría que ver.