Con los Marineros de Seattle buscando regresar a la postemporada, veintiún años después de aquella mítica campaña de 2001, cuando ganaron 116 partidos, la figura de Ichiro Susuki vuelve a ser noticia en el contexto actual de la franquicia del estado de Washington.

Ese año 2001, marcó el debut de Ichiro en Las Mayores, siendo una sensación en todos los órdenes y quizás, pensando en esto, buscando conectar el pasado con el presente, pensando en el japonés como una especie de tótem sagrado; la organización decidió exaltar a la leyenda en el Salón de la Fama del equipo.

El suceso

La noticia ha trascendido en los principales medios, marcando en buena medida la agenda de este fin de semana, tal como lo cuenta MLB.com, pues la impronta de Ichiro Susuki en el béisbol, es una de esas que trascienden por siempre y allí, junto a otros inmortales como el mismo Ken Griffey Jr, sus palabras reflejaron la conmoción por el momento vivido: – “…No hubo un punto en mi carrera en que pensara esto iba a suceder y estoy muy agradecido por ello…”

En la ceremonia, además de Griffey Jr, estuvieron otros como Mike Camerón, Mike Sweeney y Raúl Ibáñez, aunque tal como lo cuenta ESPN, Lou Piniella y Randy Johnson enviaron mensajes a través de videos.

Honor y gloria

“… Hace 23 años mi vida cambió para siempre, justo cuando decidí convertirme en jugador de los Marineros de Seattle…” expresó Ichiro.

Uno de los momentos especiales de la jornada, el talentoso Julio Rodríguez, le obsequió un ramo de flores, en clara alusión a la costumbre japonesa de rendir tributo de esta manera los homenajeados.

Hablamos de Ichiro y nos referimos a un jugador que entre las Grandes Ligas de Japón y Estados Unidos estuvo 28 años activo al máximo nivel, compilando en total, mas de 4000 hits y nueve títulos de bateo, siete en suelo asiático y dos en Las Mayores.

El próximo destino…

Con su físico bastante común, endeble incluso para la media de la Gran Carpa, 1,80 de estatura y 170 libras, Susuki deslumbró a todos con la maestría de su swing y esa capacidad única para hacer los mejores contactos y su obra perfecta en este sentido, fueron las diez temporadas consecutivas con al menos 200 hits.

Sin dudas un homenaje más que merecido a un hombre que de igual modo en 2025, durante su primer año de elegibilidad a Cooperstown debe dejar su impronta en el Templo Sagrado del béisbol.