Hubiera sido injusto, la historia de hace veinte años no se podía volver a repetir y no se repitió, los Astros de Houston ganaron la Serie Mundial y tres décadas después de comenzar a dirigir en Grandes Ligas, Dusty Baker obtuvo su primer anillo como mánager.

Era la justicia divina haciendo acto de presencia en el Minute Maid Park, veinte años después de aquel Clásico de Otoño entre Gigantes de San Francisco y Angelinos de Anaheim, con Dusty Baker otra vez como protagonista.

La historia

Tal como lo cuenta MLB.com, en aquella oportunidad, también en un sexto juego, con una ventaja de 5-0, Baker tomó la polémica decisión de sacar a Russ Ortiz y entonces llegó la debacle, cuando la escuadra de Anaheim empató el partido y ganó el sexto y también el séptimo encuentro.

Aquello fue un pesado lastre que caería sobre la conciencia del otrora jugador de equipos como los Dodgers de los Ángeles, Bravos de Atlanta y Gigantes de San Francisco.

Después de aquella Serie Mundial, Dusty Baker pasó al banquillo de los Cachorros de Chicago y en 2003, llegó a estar a un juego de regresar a la Serie Mundial, cuando su equipo estuvo al frente de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional 3-1, pero los increíbles Marlins de ese año remontaron para bajar de la nube a Baker y sus muchachos.

El hombre que idolatraba a Jackie Robinson y a Cito Gastón emergía como un estratega ganador, lograba récords positivos con sus equipos, pero no lograba imponerse en el llamado “juego bueno”.

La cruz de Dusty Baker

Así llegó a Cincinnati y fue el artífice de la última época de gloria de la franquicia, un período en el que lideró la división central por varias temporadas consecutivas y en el año 2012, durante la Serie Divisional, los Rojos llegaron a estar 2-0 pero fueron superados por los Gigantes de San Francisco.

Baker parecía estar marcado por una especie de maldición, pues durante sus años con los Nacionales de Washington con buenas temporadas de más de 90 juegos incluso, llegaba la Serie Divisional y volvían a quedar una vez más.

Y así, cuando muchos lo habían olvidado y todo indicaba que Dusty Baker pasaría a la posteridad como uno más, los Astros de Houston vieron en él al hombre ideal para limpiar la imagen de la franquicia luego del escandalo del robo de señas; nadie con tanto honor y ética para asumir el papel.

El elegido

Baker asumió, hace dos años lo hizo y su primer reto fue enfrentar la temporada acortada por el Covid 19, quedando a un out de volver a la Serie Mundial, luego de un séptimo juego dramático ante los Rays de Tampa Bay.

Ya en la temporada anterior, a sus 72 años y dirigiendo en su cuarta década en MLB, Dusty Baker repitió otra vez en la Serie Mundial pero otra vez el aguafiestas de turno, los Bravos de Atlanta, en seis partidos le arrebataron la ilusión de ganar su primer título.

 Un momento hecho a la medida

Era una cuestión de honor y justicia divina, sí, en este 2022, los Astros fueron el mejor elenco de Las Mayores desde el comienzo, ganando más de 100 juegos y mostrándose imponentes en todos los aspectos, pitcheo abridor, relevistas, defensa y ofensiva.

Baker debió imponerse a las salidas de Carlos Correa y antes a la de George Springer, pero confió en los jóvenes, en Jeremy Peña, en Cristian Javier, en Yodan Álvarez; de igual modo sacó lo mejor de Ryan Pressly y nunca dejó de creer en Yuli Gurriel, Alex Bregman ni José Altuve.

Este sábado, con el out 27 de otro sexto juego, en otra Serie Mundial, las cámaras enfocaron a Dusty Baker y en su mirada se reflejaba todo, era el milagro, el premio más que merecido para un hombre que ha entregado su vida a esta pasión.

Cuenta MLB Network, que con 2093 juegos ganados, Dusty Baker era el mánager que poseía mayor cantidad de victorias sin  haber ganado nunca un anillo de Serie Mundial y Baker se pudo haber cansado, quizás pensó en hacerlo allá por 2017, pero no, confió y esperó como Edmundo Dantes en El Conde de Montecristo y al final tuvo su recompensa.