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Ni el mismo Franz Kafka se hubiera imaginado algo así, como lo acontecido hace minutos en Tokio, la capital de Japón.

Como lo lee, nadie, ni la prolífica imaginación del genio de la literatura checa, podría haber recreado que en pleno siglo XXI, un equipo de béisbol de la República Checa iba a estar debutando en el Clásico Mundial y menos aún que lo haría ganando. Nadie, ni Kafka lo hubiera pensado, pero sucedió así…

Allá en el mítico Tokyo Dome, el combinado eslavo comenzó su andar en estas lides enfrentando al elenco de China, como parte de la segunda jornada de acciones en el Grupo B de la presente edición en el máximo certamen beisbolero a nivel de selecciones.

El juego

Los europeos no perdieron tiempo y en el mismo primer episodio hicieron historia, al lograr fabricar par de rayitas, para aumentar la ventaja en el comienzo del tercer inning, luego de un largo cuadrangular de Matej Menzik por todo el jardín izquierdo.

Al mismo tiempo los lanzadores checos mantenían en vilo a la batería asiática, a tal punto que hasta el sexto tramo, estuvieron sin permitir hit, solventando apenas una carrera.

En el séptimo, los chinos lograron remontar el partido, colocando en la pizarra un 5-4 parcial y la épica parecía desmoronarse ante la mirada atenta de los fanáticos en las gradas y de millones de televidentes que en todo el orbe estuvieron siguiendo el encuentro; pero no acabaría ahí, lo mejor estaba por llegar…

La estocada checa

A la hora de recoger los bates, en el mismo inicio de la novena entrada, Martin Muzik se llevó la barda con dos compañeros en circulación, para remolcar las tres rayitas que sirvieron para revertir el marcador y a la postre decidir el cotejo.

Acabó 8-5 y el resultado quedará guardado para siempre en los anales de béisbol y de los Clásicos Mundiales de modo específico, como la primera victoria de un seleccionado checo en este tipo de certámenes.