Your browser doesn’t support HTML5 audio

Es un hombre cortado a la antigua, de esos que dejan la vida en lo que hacen. Habla pausado, dando siempre la impresión de no tener apuros y al escucharlo, resulta imposible no sentir otra cosa que no sea admiración al verlo así, tan sobrio en cada momento, confiado, tan seguro de todo

Tiene 63 años, pero de ellos más de la mitad los ha dedicado al béisbol, 32 para ser exacto, contando sus 10 campañas como jugador en Grandes Ligas y sus 22 zafras como timonel y en un comienzo, allá a finales de los 90, cuando asumió en el banquillo de los Filis de Filadelfia, Terry Francona fue un perdedor.

El perdedor

Como lo lee, ese avezado dirigente al que todos respetan hoy, en sus primeras cuatros temporadas al frente del elenco de Pensilvania, siempre quedaba por debajo de 500 en cuanto a promedio de ganados y perdidos al punto que su historia por un momento, en ese período comprendido entre 1997 y el 2000 fue similar a otra de esas tantas historias que se escriben a diario, en las que un sujeto con algo de ímpetu intenta abrirse camino en un oficio determinado, pero fracasa.

Con apenas 41 años, aquel modesto primera base que a comienzos de los 80 había debutado en la Gran Carpa con los Expos de Montreal, desapareció sin avisar siquiera y puede que por someros instantes, justo cuando comenzaba el nuevo siglo, Francona haya pensado en olvidarse de los diamantes…

Sin embargo, aquel perdedor del que hablamos no se rindió, tras bambalinas reencontró el camino y en 2004 ante la mirada atónita de fanáticos y especialistas era anunciado como el nuevo director de los Medias Rojas de Boston, exactamente 86 años después del último titulo de Serie Mundial para la organización.

La leyenda

Después ya saben lo que pasó, nació la leyenda de ” Tito”, como le conocen desde entonces a Terry Francona; llegó el anillo de ese año, más tarde Boston repitió en 2007 y durante 8 campañas, se escribió una de las épicas memorables en los anales recientes de Las Mayores.

Para 2011, en su último año en Fenway Park, aquel tipo que en 1997 parecía destinado al fracaso, era uno de los estregas más respetados en todo el circuito beisbolero.

Con este aval, luego de un año sabático,  llegó a Cleveland, para tomar el mando de los entonces Indios y la estela de éxitos continuaría, llevando a su nuevo equipo a las puertas de la corona en el Clásico de Otoño de 2016.

Francona el sabio…

El año pasado pudimos ver una versión extendida de ese guion que hemos contado, nadie apostaba por los Guardianes, pero otra vez, el viejo Terry, amparado en su sabiduría y ese ojo clínico que le permite ver lo que otros no, al mando de un grupo de talentos jugadores, José Ramírez, Oscar González, Steven Kwan, Andrés Giménez y Shane Bieber, por solo citar, con ellos, ganó la división central de la Liga Americana y tuvo en jaque a los Yankees de Nueva York en la Serie Divisional, llegando hasta el quinto partido.

Se dudó de su regreso para 2023, la salud lo había aquejado bastante, varias cirugías y un persistente problema circulatorio amenazaron con llevarlo al retiro, pudo colgar sus spikes, con Cleveland ostentaba además de una presencia en Serie Mundial, cuatro títulos divisionales y 6 postemporadas; pudo ser,  pero no, una vez más el ” guerrero” decidió volver a la acción, sumando otro hito a su ya legendaria carrera, luego de ser nombrado Mánager del Año a mediados de noviembre.

El regreso

En este punto, trasciende que en recientes declaraciones a los medios, tal como refieren el New York Daily News y el reportero Jay Cohen de la agencia AP,  Francona aseveró que se sentía bastante bien, con ganas de seguir haciendo su trabajo y al respecto enfatizó-“…  Si no estuviera en el béisbol, solo estaría deseando estar en el béisbol …”

Así llegará Francona a su oncena zafra con el elenco de Ohio, sufriendo con las derrotas, emocionándose con las victorias y a pesar del paso del tiempo, manteniendo esa perspectiva que lo ha llevado hasta aquí, la de disfrutar al máximo lo que hace.