Primero fue el padre de Frámber Valdez, quien se montó en el avión, y pudo ver a su hijo ganar un un juego de la Serie Mundial. Esta vez les tocó a Trinidad y Cesilio predecir el no hitter de su hijo. Quizá lo hicieron para animarle, ya que los Astros habían sido vapuleados por los Filis la noche anterior; tal vez fue amor de padre o unas palabras de aliente para el vástago. Lo cierto del caso es que ellos predijeron lo que sucedería. 

Cristian Javier se convirtió apenas en el segundo abridor en la historia que participa en un juego sin hits ni carreras en la Serie Mundial. Han pasado 118 ediciones del Clásico de Otoño y sólo Don Larsen, aquel mítico 8 de octubre de 1956 mientras vestía el uniforme de los Yankees, pudo hacerlo al retirar a los 27 bateadores de los Dodgers de Brooklyn en forma consecutiva. Aquel juego fue perfecto, este fue casi perfecto, pero sirvió para igualar la serie y detener en seco los cañones de los filis.

Y muchas veces no hay nada más esperanzador y motivador para un hijo que la palabra de los padres.

“Cuando ellos me dijeron eso, aumentó mi fe”, señaló Javier al relatar la conversación con su madre, Trinidad, y su padre, Cesilio. “Sabía que tenía un enorme compromiso, con la serie 2.-1 (en contra). Tenía que dejar lo mejor de mí”.

Tremendo regalo que les dio.

“Mis padres vinieron a disfrutar del éxito mío”, añadió. “Fue el mejor que podía darles”.

Para completar la joya se necesitaron tres orfebres más:  Bryan Abreu, Rafael Montero y Ryan Pressly. Y por supuesto el director que guíaba el ritmo, Christian Vázquez, el receptor.

“Una locura”, dijo Vázquez. “Es algo especial”.

Javier contó, una vez terminado el partido, que “solo quería mantenerse en la zona de striek e ir lo más largo posible en el juego”. Su hazaña será recordaba por siempre tanto en Estados Unidos como en la República Dominicana. “Esto significa mucho para mí, sobre todo porque mi papá y mi mamá estaban allí viéndome. Es algo que nunca olvidaré en mi carrera”.

No sólo fue una noche especial para el dominicano, también para Dusty Baker, quien era el mánager aquel 13 de octubre de 2010, cuando Roy Halladay tiró un juego sin hits ni carreras con los Filis frente a Cincinnati, en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

“Claro que me acuerdo, me tocó estar en el otro bando en este mismo estadio. Son las cosas extrañas que tiene la vida”, dijo Baker.

Por eso el beisbol es tan hermoso, tan bello. Por eso nos gusta tanto.