Hoy todos ven la consistencia de un hombre como Edwin Díaz y resulta imposible no asombrarse, pues el boricua impone respeto desde esa postura tan sobria con la que sube al box hasta su fría manera de aniquilar a los bateadores rivales, con esas rectas a más de 100 millas por hora, como si nada, como tomarse un sorbo de café, diría.

Y Edwin es sensación en la Liga Nacional y en todo el béisbol y al verlo resulta imposible no evocar el pasado, pensando en analogías que nos hacen hurgar en la memoria hasta reencontrarnos con una figura como la de Trevor Hoffman.

Hablar de Hoffman es hablar de una parte de la realeza del béisbol en los últimos treinta años y su exaltación al Salón de la Fama en 2018 fue el mejor premio a 18 años en Grandes Ligas y a esa estela única entre los cerradores.

El legado

Siete Juegos de Estrellas, dos veces Relevista del Año de la Liga Nacional, dos veces Líder en Salvados, su número 51 retirado de los Padres de San Diego, el premio al relevista del año en la Liga Nacional con su nombre y una marca histórica en Las Mayores, 601 salvamentos de por vida.

Y se dice fácil, pero solo un estelar como Mariano Rivera podía batirle el récord a Hoffman, quien precisamente, a comienzos de septiembre de 2010, en lo que fue su última temporada en Grandes Ligas, logró su rescate número 600, siendo el primero en la historia.

Un símbolo de los Padres de San Diego

Hoffman había debutado con los Marlins en 1993, pero en esa misma campaña terminó recalando en los Padres de San Diego, para jugar en Petco Park por 15 años y cimentar allí su leyenda, por un buen tiempo bajo la égida del mítico Bruce Bochy.

Tras salir de los Padres en 2008, Trevor Hoffman jugó sus dos últimas temporadas en Milwaukee y en 2010, un 7 de septiembre, llegó a la histórica cifra de 600 salvados, quizás como el epílogo perfecto para su increíble carrera.

En este sentido, como datos curiosos respecto al legado de Hoffman, tenemos que tal como lo muestra Baseball Reference, en 9 oportunidades salvó 40 o más juegos en una temporada y de igual modo, en 15 oportunidades ponchó a los tres bateadores a los que enfrentó, como un reflejo fidedigno de lo imponente que llegó a ser en el montículo.

Sin dudas es la historia de un grande y hoy, doce años después de su adiós a los terrenos le rendimos un modesto homenaje.