Con el ponche a Yulieski Gurriel se cantaba el out 27 y se corrían las cortinas del primer Clásico Mundial en aquella fría noche de finales de marzo.

Ese día en el Petco Park de San Diego, la casa de los Padres; ese día a finales de marzo de 2006, Cuba y Japón discutieron el título contra todos los pronósticos, pues eran los elencos que menos jugadores de Grandes Ligas tenían en sus filas.

Con el mítico Sadaharu Oh como manager  y el legendario Ichiro Susuki como figura clave, los del sol naciente impusieron su autoridad ante la potencia de los caribeños y los estadounidenses.

El comienzo

El evento había iniciado a comienzos de marzo, con 4 grupos, uno en Asia y tres en América, dos en Estados Unidos y el otro en San Juan Puerto Rico.

Desde la voz de Play Ball, los ojos del mundo se pusieron sobre este certamen en el mismo momento que surcoreanos y taipeianos abrieron las acciones en el Tokio Dome, el imponente estadio de la capital nipona, sede de los Gigantes de Yomiuri.

Con un sólido pitcheo y el aporte de su estrella, Seung Yeop Lee, Corea del Sur plantó bandera desde ese primer juego, sometiendo incluso a los locales.

En América

Por su parte en América las aguas tomaron su nivel en los apartados situados en suelo estadounidense; Venezuela y Dominicana dominaron su llave, mientras México y Estados Unidos avanzaban por el otro clasificatorio.

Tanto los venezolanos como los dominicanos habían logrado conformar excelentes selecciones, con hombres como los entonces estelares Johan Santana, Boby Abreu, Omar Vizquel, Miguel Cabrera y Víctor Martínez, en el caso de los morochos.

Al mismo tiempo los quisqueyanos contaban con su poderosa ofensiva, Miguel Tejada, Adrián Beltre, Albert Pujols y Alfonso Soriano por solo citar; además de tener al estelar Bartolo Colón, como as del pitcheo.

El duelo entre ambos seleccionados en la primecaliente terminó 11-5 a favor de los dominicanos con un David Ortiz desbordado con el madero.

En San Juan se jugó pelota caliente

Desde el partido inicial en este grupo, entre Panamá y Puerto Rico, se vio un juego diferente, más fuerte, cada choque peleado desde el comienzo.

En ese encuentro entre boricuas y canaleros, la labor del estelar Lenin Picota no bastó para que los locales se llevarán el triunfo 2-1.

También en juego de rompe corazones, los panameños cayeron en extrainnings contra Cuba, 8-6, con un inmenso Yulieski Gurriel.

En el juego decisivo del grupo, Puerto Rico venció a la escuadra cubana, por nocaut de 12-2, dejando la escena lista para el momento de la venganza en la segunda ronda.

Sube la parada

En la segunda ronda se concentró la calidad y todos los partidos se vivieron con altos niveles de adrenalina.

En Estafos Unidos, a los norteños y los mexicanos se le unieron japoneses y surcoreanos.

Aquí el increíble Corea del Sur extendió su invicto y no creyó en jugadores estrellas, como Derek Jeter, Alex Rodriguez, Chipper Jones, Keen Griffey Jr y compañía.

Al final lo más destacado de este grupo y quizás de todo el Clásico fue la victoria de México ante Estados Unidos, 2-1, dejando fuera a los organizadores y favoritos precompetencia.

Ante la mirada atónita de los aficionados, Japón y Corea del Sur avanzaron a semifinales.

Batallas campales

En Puerto Rico se volvió a jugar a un altísimo nivel en la segunda fase y luego de repartirse victorias y derrotas entre ellos, dominicanos, venezolanos y cubanos fueron junto a los puertorriqueños a una última jornada que decidiría los destinos del grupo.

Por un lado se volvieron a enfrentar Dominicana y Venezuela, por el otro Cuba y Puerto Rico.

En primer termino Venezuela volvió a caer ante Dominicana, 2-1 y no pudo tomar desquite.

Mientras que el equipo cubano su lograba desquitarse del castigo de la primera vuelta al vencer 4-3 a los boricuas.

El cruce

En San Diego se disputaron las dos semifinales del torneo, en un duelo asiático, Corea y Japón mientras que en un clásico caribeño, Cuba y Dominicana irían por el boleto a la final.

Luego de imponerse en los dos primeros partidos entre ellos, Corea no pudo aguantar la rebelión de Japón y vio como la posibilidad del título se le escapaba tras caer 6-0.

A su vez, Cuba seguía imponiéndose a los vaticinios y triunfaba ante Dominicana con pizarra de 3-1

El juego final

Hoy muchos siguen hablando de aquel primer inning y de las cuatro carreras de Japón pero igual, los nipones jugaron mejor béisbol desde el principio, dominando a placer los hilos del juego frente a los cubanos, tal como lo refleja el marcador 10-6.

Sin dudas ganó el mejor equipo y hoy dieciséis años después las crónicas recogen con respeto y admiración los recuerdos de aquel primer Clásico Mundial.