Ya lo decía el célebre Pedro Calderón de la Barca, el genio del Siglo de Oro español; la vida es un sueño y más allá de lo onírico, de lo que vivimos en nuestra mente, esta lo real; soñamos lo que vivimos, sentimos y padecemos a diario.
Trevor Story debió de sentir lo mismo cuando firmó con los Medias Rojas de Boston y dio fin a la novela que se estaba armando sobre su posible futuro y es que jugar en Fenway Park tiene su mística y buena parte de encanto, es como un sueño, uno hermoso, de esos que hacen volar incluso.
Hablamos de uno de los templos sagrados del juego más popular en los Estados Unidos y diría sin temor a equivocarme, que Fenway es un templo, un símbolo mundial del béisbol alli en el corazón de Nueva Inglaterra.
El momento de Story
Hace unos días, el experimentado jugador señaló que esperaba con ansias ese momento de pisar la grama, de sentir el olor a césped recién podado y esa ovación cerrada que pone los pelos de punta a cualquiera.
La historia de Fenway va más atrás, llega hasta los años de Babe Ruth con el equipo, luego pasa por Red Williams, por el aquel bagazo memorable de Carlton Fisk, hasta llegar al 2004, al fin de la legendaria maldición, al primer anillo en el siglo XXI, luego al segundo en 2007, después al tercero y al cuarto en 2018.
Solo horas
Allí debutará Trevor Story este viernes ante los Mellizos de Minessota y verá cumplirse el sueño que lo viene acompañando desde hace ratos.
Story se ha preparado y lo ha hecho bien, comenzó la temporada apagado, sin energías casi y lució mediocre el viernes ante los Yankees, después fue más de lo mismo, en menor medida pero en esencia lo mismo hasta su salida por enfermedad.
El estelar se perdió tres juegos por problemas de estómago y su ausencia generó algo de incertidumbre pues hubo un momento que no se sabía a ciencia cierta su condición.
El regreso
Todo se disipó el miércoles, cuando Trevor regresó en el último juego ante los Tigres de Detroit y lo hizo a su altura, como un grande, bateando dos hits en cinco turnos y sobre todo enseñando a esa consistencia característica de su talento.
En una semana hemos visto los extremos de Story, del caos tocó a la felicidad de aportar al éxito de su equipo y en esta forma deportiva va entrar en unos horas al escenario donde soñó jugar en algún momento.