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El campocorto boricua Carlos Correa era una de las principales piezas que tenía para ofrecer la agencia libre 2022-2023, eso seguro. Desde que optó por excluirse del contrato que había firmado con los Mellizos de Minnesota por 3 años, muchos empezaron a especular sobre su futura y al menos una decena de equipos fueron mencionados como posibles destinos para él. Asimismo, las ofertas no tardaron en llegar; eran una más grande que la otra.

De manera más o menos inesperada, se supo que firmaría con los Gigantes de San Francisco por 13 años y 350 millones de dólares y allí todo parecía haber acabado. La historia llegaba a su final… ¿O quizás no? Bueno, recién empezaba una gran novela que ya todos conocen, pero que sería preciso repasar:

Primero, los médicos de los Giants encontraron algunos síntomas que no les gustaron e informaron al club, este pasó de manera directa a romper el contrato y dar por cerradas las negociaciones futuras. Más tarde, entraron en el juego los Mets de Nueva York con una propuesta de 12 temporadas a cambio de 315 millones de dólares, pero una vez más fue el cuerpo de galenos quien manifestó una preocupación tal que hizo que los de Queens se bajaran del acuerdo.

A todas estas, lo que estaba truncando el cierre de ambos pactos es una fractura de peroné que sufrió Showrrea cuando jugaba en ligas menores, una lesión que bien podría volverse recurrente en un futuro. Fue aquí cuando comenzó el enorme dilema sobre si lo próximo para él sería un contrato más corto o, en todo caso, uno por menos cantidad de dinero.

Semanas pasaron, se fue el año 2022 y en 2023 llegó igual de dudoso. No obstante, todo se aclaró hoy y finalmente el puertorriqueño acabó devolviéndose a los Twins por 200 millones y 6 años. Ahora viene lo curioso.

Lo más que alcanzó a ofrecerle la tropa metropolitana fueron 210 millones por 8 años y 105 más que serían entregados a disposición del club en los próximos 4 ciclos, algo bastante alejado de lo que había sido el convenio inicial. Hasta aquí, es entendible que Correa decidiera volver a Minnesota.

En este caso lo que llama la atención no es la decisión que tomó el pelotero, sino cómo pasó de valorarse a sí mismo en más de 300 millones a simplemente optar por una opción bastante menos satisfactoria. Obviamente esto no reduce un ápice las ínfulas del nacido en Ponce, pero le deja una bonita lección: en esta vida no siempre se gana y a veces, el karma llega cuando uno menos se lo espera. Mientras tanto, otros toleteros como Rafael Devers, Aaron Judge y hasta Xander Bogaerts, acabaron por firmar pactos mucho más lucrativos.