Jugar en la NBA es el sueño de muchos amantes del baloncesto. Pero no solo poder hacerlo, sino también mantenerse en el élite durante un tiempo suficiente para demostrar de lo que uno está hecho y que puede estar a la altura de la mejor liga del mundo. Aunque no todos tienen la misma posibilidad de hacerlo.

El apellido Curry es uno de los más famosos de la liga. Steph, actual base de los Warriors y uno de los mejores tiradores que pisaron el parqué de las canchas de la NBA, y Seth, un trotamundos asentado en la Liga; son hijos de Dell, otro gran jugador que, si bien no tuvo pudo ganar anillos, es el segundo máximo anotador de la historia de los Charlotte Hornets.

Pero también el apellido Curry es propiedad de otro jugador con un récord increíble: el de la carrera más corta de la historia de la NBA. JamesOn Curry no tiene nada que ver con Steph, Seth o Dell. No son familiares, solo comparten el apellido. Y lo que tampoco comparten es el éxito que tuvieron en la NBA.

JamesOn nació en 1986. Era un base que destacó desde su época de escuela secundaria y rompió muchos récords estatales en Carolina del Norte, incluso superando a Michael Jordan. Por eso, al terminar esa etapa, tenía garantizada una beca para jugar en la Universidad de ese estado, la misma donde triunfó Jordan.

Pero a poco de comenzar el curso, la policía encontró a JamesOn traficando drogas. Esos problemas con la ley hicieron que esa beca se desvaneciera y jugar para la misma universidad que acogió a Su Majestad, no fuera una posibilidad.

La que le dio una opción fue Oklahoma y allí, el base tuvo unos decentes 13.5 puntos, 3.5 asistencias y 2.9 rebotes en los tres años de su curso universitario que lo hicieron ser parte de las listas de scouting de cara al Draft del 2007 que se avecinaba.

JamesOn fue elegido por Chicago Bulls (la misma franquicia de Jordan) con el pick 51 del Draft. Era una elección tardía, reservada para los jugadores que saben que, o tienen pocas chances de ser fichados, o deben esforzarse al máximo para jugar regularmente. Pero los problemas de indisciplina seguían estando en el currículo del jugador.

Estando en Chicago volvió a tener cruces con las autoridades por delitos menores y, por si fuera poco, se perdería un vuelo para un importante viaje a Nueva York por perderse en su camino al aeropuerto. Estaba por debutar en la NBA.

Pero los Bulls, en vez de ficharlo, lo cedieron a la Liga de Desarrollo donde jugó para dos equipos luego de un paso por el baloncesto francés. Pero no sería el fin del sueño para JamesOn. Aún habría una luz de esperanza, ya que el 2010, Los Ángeles Clippers se fijaron en el y lo contrataron por 10 días por su buena actuación en Srpingfield Armor.

Era el 22 de enero y la temporada estaba a su mitad. Los Clippers necesitaban un refuerzo para un plantel diezmado por las lesiones, que pudiera reemplazar a Steve Blake y Baron Davis. Y el elegido fue JamesOn. Así, tres días después estaba sentado en el TD Garden para un partido ante los Celtics. El sueño se iba a cumplir.

A falta de 3,9 segundos para el final del tercer cuarto, el entrenador Mike Dunleavy lo llama para disputar la última jugada del período. El tiempo pasa y ni siquiera llegó a tocar el balón. Vuelve a su asiento a la espera del último cuarto, pero ya no volvería a ingresar. Para colmo, los Clippers lo cortan al día siguiente para fichar a Bobby Brown.

Volvió a la Liga de Desarrollo y luego tuvo pasos por el baloncesto italiano y venezolano. No pudo convencer a nadie más de regresar a la NBA por otra oportunidad. Además, volvió a tener problemas con la ley tras ser encontrado en posesión de armas y drogas y, encima, un accidente de tráfico le cuesta la vida en 2014. La operación a la que tuvo que ser sometido puso fin a su carrera deportiva.

Pudo jugar para la misma Universidad que Michael Jordan. Pudo jugar para el mismo equipo que Michael Jordan. Pudo haber destacado en la misma liga que Michael Jordan. Pero, a veces, el destino tiene pensado otras cosas. Pero JamesOn, al menos, puede decir que jugó en la NBA.