Los Ángeles Lakers deben tener el rendimiento más decepcionante de la historia de la NBA en comparación a la expectativa que generaron en la previa del inicio de la temporada. El “hype” que causó que LeBron James, Anthony Davis, Russell Westbrook y Carmelo Anthony, entre otros, estuvieran en el mismo plantel, auguraba un posible anillo de campeón.
Pero nada de eso ocurrió. Las dudas sobre la edad del equipo, el poco recambio y la nula confianza en determinados jugadores para momentos calientes, terminaron pesando más y la temporada se convirtió en un calvario. Sobre todo cuando James o Davis debían faltar a la cita, ya sea por lesión o cansancio.
Y ahora, con apenas cuatro juegos para terminar la temporada regular, tiene que suceder un milagro para que los Lakers se metan en el play-in. La derrota en el último juego, ante Denver Nuggets (donde volvieron a caerse en el cuarto periodo) fue un golpe muy fuerte, sumado a que San Antonio en esa misma jornada venció sin problemas a un Portland dispuesto a tankear.
De esta forma, los angelinos quedaron dos juegos debajo de los de Gregg Popovich y encima, tienen el desempate en contra, ya los texanos ganan en el mano a mano. Por si fuera poco, el calendario no ayuda en nada. Los Lakers deben enfrentar hoy a los Suns (el mejor equipo de la NBA actualmente), luego a Warriors (tercero en el Oeste), luego al Thunder y cierra nuevamente frente a Nuggets.
Así, aunque San Antonio pierda los cuatro partidos que le quedan (algo probable, ya que debe jugar ante Nuggets, Timberwolves, Warriors y Mavericks), los Lakers deberían ganar al menos tres de los cuatro juegos. Y solo el duelo ante Oklahoma aparece como un partido ganable en la previa. Un triunfo de los Spurs en cualquiera de sus partidos restantes, condena definitivamente a los LeBron y compañía.