El tiempo ha corrido para Russell Westbrook, rápido, lento y rápido otra vez  y en una especie de preludio, su paso actual por la NBA se puede ver como Las Cuatro Estaciones de Vivaldi y Westbrook podría estar tocando su última sinfonía.

En el comienzo, como el génesis, todo fue brumas y nieblas y los rumores aumentaron con el paso de los días, desde el pitazo final en ese juego 82 de los Lakers y todos hablaban que Russell Westbrook se iría, había llegado para ser ese plus adicional que necesitaba la franquicia angelina en pos de volver a dominar el juego, pero no, de ser Russell el indomable, se convirtió en un zombie, en una especie de llanero solitario.

Hasta hace unas semanas, todos apuntaban a que Westbrook podría ser una ficha de cambio con los Hornets, pues con su traspaso, Rob Pelinka tendría a uno de sus más preciados anhelos, LaMelo Ball, pero no, de pronto, de a poco, la narrativa fue cambiando y con la llegada de Darvin Ham, Westbrook volvió a recobrar su protagonismo y hoy se confirmó en la mañana que ejercería su opción para la venidera campaña con los Lakers, por 47 millones.

Todo volvió a cambiar

Y nada, así, en abrir y cerrar de ojos, el escenario es otro totalmente diferente, pues Westbrook se convierte con ese salario en el segundo jugador mejor pagado y esto le sube la parada; Pelinka y Ham ya le exigieron, le hicieron comprometerse a mejorar y fortalecer su defensa, a volver a ser ese jugador polivalente en la duela, una versión similar o cercana a aquel hombre que fue MVP en 2017.

Westbrook sabe que debe retomar su forma, encontrarse en la cancha y mejorar los números de la última temporada, 18,5 puntos por partido, con 7,4 rebotes y 7,1 asistencias, así como un 44% de tiros de campo y un 29% en triples, todo ello en 34,3 minutos por juego.

Nuevos aires

Hay esperanza con la llegada de Darvin Ham, la sensación de que todo es posible y la perspectiva con Russell Westbrook no es diferente pero todo depende de él, esta puede ser su última parada o la hora para tomar un segundo aire y renacer como el ave fénix, por ahora la sinfonía sigue sonando.