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Era una cuestión de egos y lo sigue siendo, quizás de un modo más solapado, como si de un baile de máscaras se tratase y hasta cierto punto, Russell Westbrook puede tener razones para ello, fue así desde su debut con Oklahoma, allá por 2008; también en su efímera aventura con los Rockets y luego en Washington, con los Wizards; siempre Westbrook siendo el foco de atención.

La historia mostraba un guion, ese, el de los egos de Russell Westbrook y en 2017, con el MVP, dicha historia alcanzó el clímax, por ello, llegar a los Ángeles, así de súbito, debió ser un cambio importante para bien, todos hablaban ya de anillos, de uno, dos, tres anillos, pero como por arte de magia, también de súbito, Rusell Westbrook se perdió…

Todos en California y más allá preguntaban por él, Frank Vogel, LeBron, Anthony Davis y Westbrook como el llanero solitario pasaba sus días en las duelas, luciendo como un espectro, nada que ver con aquel jugador que en su día había sido MVP.

La despedida que no fue

Se habló de crisis, la gente pedía, le exigía a Pelinka que se deshiciera de Westbrook, parecía un hecho, pero la temporada acabó, la debacle fue total, Frank Vogel se fue y era cuestión de tiempo para que, de igual modo, se fuera Rusell Westbrook.

Debía irse, lo había hecho de algún modo, pues su proyección era una de esas en donde estas en un lugar, pero es como si no estuvieras y esto Darvin Ham lo captó al momento.

Desde el día 1, tras su llegada Ham se obsesionó con Westbrook; hablaron en privado incluso, tal como les comentó el coach a medios como Los Ángeles Times y ESPN; era una de sus misiones y hoy, dos meses después de haber comenzado la temporada, es un hecho, un nuevo jugador ha emergido en los tabloncillos de la liga.

El otro Westbrook

Pocos hubieran imaginado que aquel MVP, podría encontrar su mejor versión a los 34 años, siendo un sexto hombre ideal, el que todo entrenador quiere tener y los Lakers han ganado 9 partidos en sus últimas 15 presentaciones y no es el contexto soñado todavía, jugando para 11-16 pero como sea, luego de un arranque para el olvido compilando para forja de 2 -10, las cosas se ven diferentes.

Refiere As, que antes de esta temporada, Westbrook había sido suplente en solo 17 juegos, 17 de 1021 juegos disputados y la estampa brutal de la estadística nos da la medida de la trascendencia que tiene el hecho de ver a Rusell viniendo desde la banca, como el clásico renacido de un buen thriller, ese que debe adaptarse y ser resiliente para seguir sobreviviendo.

Números y algo más

En 23 juegos, al momento de escribir este texto, Rusell Westbrook sumaba 15,2 puntos por partido, 5,8 rebotes, 7,9 asistencias y 3,8 pérdidas en casi 30 minutos jugados; sin dudas la mejor noticia para Ham, para Pelinka y los millones de fanáticos que antes lo querían ver marchándose por la puerta de atrás y hoy lo aplauden.

Rusell Westbrook se quedó, seguirá allí en California, vistiendo la franela oro y púrpura, tal vez porque comprendió de una vez que ser MVP no es lo más importante.