La NBA da para todo, para escribir historias que nadie pensaba que podía ocurrir. Incluso cuando a rachas se refiere, ya que el deporte estadounidense se alimenta de momentos, de estadísticas y demás. Y dentro de todo este análisis, hay un equipo que hizo algo único en el deporte de ese país.

Los Houston Rockets, luego de la salida de jugadores como James Harden, Russell Westbrook y Chris Paul, comenzaron un período de reconstrucción que los llevó al fondo de la liga con registros muy malos para un franquicia en los últimos años estuvo a poco de llegar a las Finales.

Pero pocos vaticinaron lo malo que sería el inicio de la 2021-2022, ya que arrancaron con un récord de 1-16, en los que perdieron 15 de forma consecutiva, uno de los peores en la historia de la NBA. Los de Houston solo le ganaron en ese comienzo a Oklahoma, otro de los peores del torneo, en el segundo juego de la temporada, para luego perder todos los siguientes, y que llegó a los fanáticos a apostar si superaría el nefasto 9-73 de los Sixers de 1973, la peor campaña en la historia de la liga.

Pero con la llegada de Stephen Siles, la cosa cambió. Y cómo cambió, ya que con el triunfo de anoche ante New Orleans Pelicans por 118-108, llegaron a seis triunfos en fila. Impensado. Es más, según reportan los analistas, es la primera vez que un equipo de una de las principales ligas deportivas de Estados Unidos, contando NBA, MLS, NFL, MLB y NHL, encadena seis triunfos al hilo, inmediatamente luego de haber perdido quince seguidos.

De repente, en seis partidos, los Rockets han salido del pozo y están a tres victoria del Play-In. Muchos dudan si realmente se meterán, ya que los planes del equipo son apostar al Draft, pero ahora mismo lucen la mejor racha de victorias de la NBA y han entrado directamente en la historia del deporte estadounidense.

Mientras, Los Pelicans han sustituido a los Rockets como el peor equipo en el Oeste. Sólo Pistons y Magic muestran balances peores. Por si fuera poco, Zion Williamson no se recupera y las imágenes sobre su físico totalmente fuera de forma han preocupado, no solo a los fanáticos de Nueva Orleans, sino a todo el mundo del baloncesto.