Jugaba contra los más altos desde que era un niño, y muchas veces por esta razón fue víctima de burlas y desprecio hacia su porte como jugador; muchos pensaban que no podría trascender justo en el mismo año de debut de un Michael Jordan que ya mostraba sus mejores argumentos.

Se trata de John Houston Stockton, un jugador que siempre se desempeñara en la posición de base, con un 1.85 de estatura, que contra todo pronóstico se lograra imponer ante cualquier adversidad y poder brillar siendo uno de los más grandes en su posición, incluso es considerado el mejor base y asistidor de todos los tiempos.

Nacido en 1962, en la localidad de Spokane, de la capital estadounidense, Washington, luego de explorar en algunas disciplinas, terminara decantándose por el baloncesto, el cual ya en su infancia comenzó a practicar en las calles y de a poco destilar talento ante rivales no solamente más altos y corpulentos, sino también más agresivos.

Quizás todas esas burlas le sirvieron de inspiración para forjar y desarrollar ese talento que con los años le llevaría al nivel más alto; siempre su idea era jugar para el colectivo y no para él, típico de la vieja escuela del baloncesto, y esto precisamente le generó una enorme capacidad de tener la mejor visión del juego y de apoyar a sus compañeros.

Durante su etapa de jugador escolar, ya destacaba en su región natal, en la preparatoria de Gonzaga, rompiendo el récord en toda la ciudad de anotar la mayor cantidad de puntos en una sola temporada, para luego abrirse paso a su incursión universitaria.

A sus 18 años se unió a la Universidad de Gonzaga, en donde estuvo por lapso de cuatro años, ya mostrando buenos números ofensivos que le permitieran ser seleccionado en el Draft de 1984 por el Utah Jazz, y comenzar desde allí una deslumbrante carrera de 20 temporadas únicamente en ese conjunto, hasta el año 2003.

Previo a esto, fue uno de los jugadores universitarios invitados a las pruebas para escoger el equipo representante de Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de 1984, en donde no fue seleccionado, pero como ganancia, pudo conocer a quién fuera su gran compañero y llave en toda su larga estadía en el Jazz: Karl Malone.

En sus primeras 3 temporadas en Utah aún no llegaba a ser titular indiscutible, teniendo enfrente a un consolidado Willy Green en la posición de base, hasta que en la 87-88, el entrenador Frank Layden decidiera otorgarle el puesto, y su desempeño fue tal que para el año siguiente ya era seleccionado para el Juego de las Estrellas por la conferencia del Oeste.

Siempre su humildad y trabajo silencioso le caracterizaron y le impulsaron a seguir escalando peldaños; con la llegada del coach Jerry Sloan y su sistema de juego que encajaba a la perfección con el estilo de Stockton y Malone, se logró un enorme registro de 18 apariciones consecutivas en la postemporada, todas ellas con la presencia de estos dos grandes jugadores.

Y es que siempre va a quedar un desazón entre los seguidores del baloncesto, por el hecho de que una dupla tan perfecta como esta no pudiese ganar al menos un campeonato en la NBA; para su infortunio, chocaron con los Chicago Bulls de Jordan, Pippen y Rodman en las finales de 1997 y 1998, las únicas que lograron disputar en todo este trayecto.

La tristeza final llegaría al final de la temporada 2003, cuando tanto Stockton como Malone se retiraban de los Jazz, aunque el ‘cartero’ jugaría un año más en la NBA con los Lakers. Se terminaba una dinastía muy particular, dado que no cosecharon un título de liga, pero a pesar de ello, fueron una dupla inolvidable.

Stockton también formó parte de aquel equipo histórico de Estados Unidos de 1992, mejor conocido como el ‘Dream Team‘ que ganara holgadamente la medalla de oro olímpica. Aún posee el récord de más asistencias en la liga, con un total de 15.086, además es líder de robos de balón con 3.265, ambos registros difíciles de superar, al menos en mucho tiempo.

Exaltado al Salón de la Fama del Baloncesto en 2009, y también fue elegido dentro del selecto grupo de 75 mejores jugadores de la historia de la NBA, en un acto celebrado en el reciente ‘All Star Game‘. Toda una leyenda, ejemplo de dignidad y superación; el campeón sentimental de muchos aficionados acérrimos del Utah Jazz y de todo el baloncesto.