En teoría parece que hablamos de un viaje largo y de una persona con bastantes años encima pero no, Will Hardy solo tiene 34 años y nunca llegó a jugar baloncesto a un nivel más alto que el universitario; amaba el juego, pero sabía que como jugador no tendría futuro, tal como le contó al Boston Globe hace unos meses.

Sin embargo, por esos azares de la vida, un amigo del Williams College, allá en Massachussets lo acercó al “mítico” Gregg Popovich y ahí comenzó todo…

La génesis

Desde hacer trabajos meramente protocolares; preparar actividades, recoger personal en los aeropuertos y colegiar otra serie de cuestiones ajenas al juego como tal, para luego pasar por el departamento de video de la franquicia y llegar a ser uno de los hombres de confianza del “viejo” Gregg, la historia de Will Hardy impresiona a todos, justo cuando hoy lo vemos allí en el banquillo del Utah Jazz, asumiendo como el dirigente de una franquicia que en el verano parecía destinada a fracasar.

“Una auténtica papa caliente”, luego de la salida el coach Quin Snyder, tras 8 años en Salt Lake City, después el adiós de Rudy Gobert y, por último, a comienzos de septiembre el traspaso de Donnovan Mitchell, ¿A que podían esperar?

Una prueba de fuego

La debacle era inminente y solo un “loco” podía haber aceptado el puesto, pero Hardy lo hizo, se había educado con el mejor y a otra cosa no podía aspirar que al éxito.

Pocos podían pensar que una plantilla así, con un experimentado jugador como Mike Conley Jr marcando la diferencia, podía aspirar a un buen resultado, pero hasta ahora, al momento de escribir este texto, el Jazz está escribiendo una de las mejores historias en lo que va de temporada.

Una cuestión de clase

Sin Mitchell ni Gobert, pero con un sensacional Lauri Markkanen que ha reencarnado en la versión que un día prometía ser, allá con los Cavaliers, marcando más de 20 puntos por encuentro y sosteniendo más del 50% de efectividad en tiros de campo.

Con marca de 6-2, los chicos de Will Hardy son la sensación del momento en el Oeste de la NBA  y siempre da gusto verlos jugar, pues el coach les ha impregnado ese arrojo propio de la filosofía de Popovich y los Spurs, la idea de pelear cada juego hasta el final y eso emociona.

Hardy, el entrenador de menos edad en las duelas de la liga sabe lo que es triunfar desde el primer momento, pues fungió también como asistente de Ime Udoka el pasado curso en Boston, siendo vital en la consecución del subcampeonato.

Es una cuestión de clase y en Salt Lake City, como lo lee, ya hablan del “fenómeno” Will Hardy.