Los abucheos de la afición en pleno Madison Square Garden hablaban a las claras de que las cosas no estaban saliendo bien y con el recuerdo bien fresco del despido de Steve Nash por parte de los Nets de Brooklyn, todos sabían que tras perder en casa ante los Thunder, el coach de los Knicks, Tom Thibodeau, podía tener sus días contados.

Luego de ser abrumados 145-135, por Shail Gilgeous- Alexander, Josh Giddey y compañía, los neoyorkinos comenzaron este martes una gira de 5 partidos como visitantes y no pudieron tener un reto más difícil, visitar Salt Lake City para medir fuerzas con el Utah Jazz de Will Hardy.

Un cambio total

La metamorfosis fue total, de ser un elenco mediocre, sin respuestas, carente de ideas, los chicos de Thibodeau mostraron su mejor versión en las duelas con un Jalen Brunson desbordado, tirando del carro otra vez a la hora cero y sus 25 cartones y 8 asistencias fueron vitales en el éxito de los Knicks por pizarra de 118-111.

De igual modo y tal como refiere ESPN, el excelso trabajo de Brunson fue secundado por R.J. Barret con 18 puntos y Julius Randle con 15; además del aporte invaluable del imponente Cam Reddish con 19 tantos.

El factor X

Sin embargo, todos coinciden que el partido de anoche lo definió el banquillo de los Knicks, contando con dos revulsivos importantes en las figuras de los prometedores, Obi Toppin e Immanuel Quickley.

Por un lado, Toppin sumó 9 tantos, 6 rebotes y 4 asistencias, mientras que Quickley remataba con 13 cartones, 3 rebotes, 2 asistencias y 4 robos de balón.

¿Cambiarán el guion?

Sin dudas una victoria contundente, de esas que bien pueden cambiar el guion de un equipo en una campaña tan larga como la de NBA, mucho más si tenemos en cuenta que los Jazz de Hardy habían sido invencibles en sus predios.

Fue la séptima victoria con igual cantidad de fracasos para los Knicks, que pasan la página de aquel domingo negro en el Garden y ya miran las cosas de un modo diferente en la Conferencia Este.