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En un primer plano estarían los Lakers, ni hablar, pues solo los flashazos que regaló Anthony Davis antes de lesionarse, solo eso flashazos de calidad suprema, permitieron maquillar un comienzo tan deplorable como este, hasta cierto punto una especie de deja vu respecto a lo ocurrido en la temporada anterior, bajo la égida de Frank Vogel.

En un primer plano estarían los Lakers, también los Warriors, andando casi a la par, tratando de subsistir sin Curry, con Steve Kerr encomendándose al bueno de Jordan Poole, quizás como el milagro que le permita salvar o decorar al menos esta campaña. Después o antes, hasta de primero, en dependencia de como se mire o se quiera mirar, después estarían ellos, los Timberwolves.

El cuento de hadas que no ha empezado

A los de Mineápolis los vendieron como otro de esos sueños de verano, una de esas buenas historias que prometen de todo y debía ser, con la llegada de Rudy Gobert debía ser, se habló incluso, por parte de los fieles hasta de dinastía; Gobert, Towns, las Torres Gemelas; Edwards y Russell, los escuderos y atemorizaban, al menos en el papel era así.

Debía ser, pero no, Gobert acabó su novela en Salt Lake City con los Jazz, de la peor manera, peleados con todos, con Mitchell, con Snyder, con la misma ciudad, se hizo persona allí y se despidió como una especie de traidor, de chico malo, así acabó y debía relanzar su carrera con los Timberwolves, sin embargo…

Gobert contra Gobert, Gobert contra el mundo

No está Mitchell, pero ahora está Anthony Edwards y aquella vieja trama, la de los egos y el vano orgullo, volvió a emerger, esta vez con Anthony Edwards como centro, que si o pasa lo suficiente o simplemente no pasa, que si juegan para los números y las individualidades y no para el equipo.

De película, otra más; tal como refleja ESPN, Gobert apenas registra 13,9 puntos por partido, 12,1 rebotes y 0,9 asistencias, pero más allá, el elenco de Minessota no acaba de encontrar el rumbo, anda a la deriva, como el clásico buque perdido en altamar.

Espectros

Debían estar y están, pero no están, Gobert, Edwards, Russell, Towns, todos dan la sensación de estar en las duelas como espectros, cual llaneros solitarios, cada cual por su lado y punto, el equipo, el equipo es lo de menos.

Anoche ante el Heat, otra puesta en escena de la misma obra que hablábamos, con el juego en el bolsillo, los Timberwolves, con Gobert mirando la acción desde el banquillo, se desplomaron en el cuarto final y Miami acabó ganando 113-110.

Refiere As, que sin Towns en cancha, debía ser Gobert, pero no lo fue, se perdió, el juego se definió en los momentos de presión bajo el aro, el hábitat natural de Gobert, pero no, jamás fue así y su jornada de 10 puntos y 8 rebotes lo dice todo, mal, no, muy mal.

El peor panorama

Así van las cosas, hubo una luz hace unos días ante los Bulls, cuando aquellos 150 puntos históricos, después escenarios diferentes, mimas caras, idéntico guion, pasó ante Boston y este lunes luego de la derrota ante el Heat, los Timberwolves con marca de 16-18 ni apuntan para play in y en este contexto, ya en diciembre, no se puede hablar de otra cosa que de decepción, pues armados para ganar, lucen listos para fracasar.